Gratitud manifiesta y celebrada
“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Estas palabras del Salmo 125 expresan muy bien el motivo de nuestra celebración, el 125 Aniversario de la presencia de las primeras Siervas de María en esta bella ciudad de Sevilla, rica en cultura y tradiciones, fe y religiosidad. En esta bonita tierra no podía faltar el campo dilatado, para curar y sanar heridas con el esmero característico de las Siervas de María. D. Enrique Almaraz, por aquel entonces Obispo de Palencia y posteriormente Arzobispo de Sevilla, fue el primer impulsor de esta nueva fundación en la ciudad hispalense, concretándose el día 13 de julio de 1890. A su llegada, las Hermanas fueron acogidas por la Orden Tercera de San Francisco, establecida en la Iglesia de San Buenaventura, haciéndose cargo del Hospital “Asilo de Ancianos” regidos por ellos. Este providencial ofrecimiento, sirvió para que las Hermanas fueran, poco a poco, llamadas a cuidar a los enfermos en su propio domicilio, rasgo característico de nuestro ministerio apostólico, haciendo de la noche “tiempo de slavación” para los enfermos y sus familias.
Hoy, damos gracias por aquellas primeras religiosas Siervas de María dispuestas a luchar y a entregarse sin medida. Gracias: porque por el esfuerzo, la superación de tantas personas de entonces, hoy podemos decir que las Siervas de María
NARRANDO BREVEMENTE LA HISTORIA
Yo soy la Historia Y sobre mí pesan días Que componen los años de cada una de vuestras vidas Hoy vengo a contar y recordar aquí, 125 años de un “Gracias Señor” sin fin.
AÑO DE GRACIA DE 1890
(Diálogo Sr. Obispo y M. Dolores)
– Reverenda Madre Dolores, he tenido una inspiración y quiero llevarla a cabo mas….necesito su aprobación.
-Por Dios D. Enrique si es para bien de la Iglesia este pequeño Instituto le ofrece todas sus Siervas.
– Pues…eso quería pedir y me siento muy aliviado De mi Diócesis los enfermos Los dejo a vuestro cuidado ¿Será posible, Madre Dolores?
– Por supuesto, Señor Prelado. Madre Soledad decía: Que Dios está en el que sufre y que los pobres son sus hermanos.
En esta Sevilla abierta, En esta Sevilla bonita. Sevilla que se distingue por su gente y su acogida En esta tierra tan bella ¿Cómo pueden faltar Siervas viviendo el carisma De Madre Soledad?
Si, Señor Obispo, con nosotras puede contar. Sevilla es campo dilatado para poder trabajar
Nuestra misión es simple y con esmero y caridad, Los pobres y los enfermos poco a poco sanarán.
– Fijad fecha Señor Obispo – Para el 13 de Junio estarán?
– No se preocupe Excelencia, con Madre Gracia voy a hablar y junto con dos hermanas por esos días vendrán.
– Las mando a un hospital pobre – En el pobre Dios está. Verá muy Ilustrísimo D. Enrique, cuánto mejorarán.
(Diálogo M. Gracia y dos hermanas)
– Sor Rafaela, Sor Elvira, dónde estas hermanas estarán – Estamos aquí Madre Gracia ¿Tiene alguna necesidad? – La Reverenda Madre Dolores nos quiere destinar a cuidar pobres y enfermos en un humilde hospital. -A nosotras Reverenda Madre dispuestas nos tiene ya Llevaremos el Carisma de Madre Soledad. – Bendito sea Dios en sus dones; derroche de caridad haremos con los que sufren en Sevilla Capital Damos gracias al Señor Obispo, Enrique Almaraz Y a la orden tercera de San Francisco que en su hospital nos acogerán
Agrademos al Marqués de Paredas que es Alcalde de la ciudad, por todo lo que ha mandado para nuestra necesidad.
Damos gracias por la ayuda de la Señora Viuda de Cazal Y donativos de personas que llegan a este lugar
¡Que misión tan hermosa para ejercitar en esta tierra preciosa En esta Sevilla sin par!
Y en ese hospital de ancianos comenzaron a trabajar Las Siervas de María derrochando caridad.
Este es solo el comienzo y los años pasarán, viviendo las Siervas de María, Con entrega, amor y… en paz
AÑO DE GRACIA DE 1910
(Dialogan dos hermanas)
– No podemos seguir así – Se está poniendo en peligro nuestra vida espiritual.
– Hay dificultades serias con la falta de libertad para ejercer el Carisma que nos legó Madre Soledad
– Busquemos una casita independiente del Hospital para vivir como Siervas nuestra vocación singular.
En Calle García Vinuesa la pudieron encontrar para ejercer el Apostado Y vivir en comunidad
“Parecía un cielo anticipado”, las hermanas comentarán, Hubo gozos, hubo sombras, hubo inseguridad.
La guerra civil española en la casa se hizo notar Pero pasado el peligro se vive con normalidad
Se hace pequeña la casa y se tendrán que mudar. Así, en el año 39, a San Andrés marcharán.
San Andrés ha sido Curia y casa de Formación Y durante muchos años vivencia de Carisma y misión.
De ese barrio, que es hermoso se tuvieron que marchar A una casa hecha de planta y que es la actual.
Este es a grandes rasgos la historia que cuento yo En manos de Dios lo dejamos, Él escribe mejor
Nuestra entrega y sacrificio lo sabe bien el Señor Nuestro ser de Siervas de María, nuestra Congregación.
Seamos las últimas piedras, vivamos nuestra misión El futuro no es nuestro, El futuro es de Dios
Tengamos fe, no dudemos Alcemos con fuerza la voz La congregación es algo grande. No moriremos no.
(adaptación: Sor Dolores Pérez C. – S. de M)
Para nosotras, Siervas de María, Ministras de los Enfermos, este 125 Aniversario de presencia en Sevilla, supone un momento de gracia y de alegría, que queremos compartir con todos los ciudadanos de esta capital andaluza, celebrándolo con una Misa de acción de gracias, y un renovado compromiso al servicio de todos, especialmente a los enfermos. Hace 125 años, un 13 de julio de de 1890, nuestras Hermanas pisaban por
vez primera esta tierra sevillana. En sus corazones latía el deseo de ser apóstoles
de Cristo, mensajeras infatigables de paz y amor, bálsamo en el dolor de tantos
hermanos nuestros, heridos por el sufrimiento y la enfermedad.
Después de 125 años, este deseo se mantiene vivo y latente en esta
comunidad, integrada por veinticuatro Hermanas de distintas nacionalidades y
edades. En nosotras brota un canto de agradecimiento al Señor que ha sido
nuestra fuerza y nos ha bendecido a manos llenas, y pedimos a nuestra
Fundadora, Santa Mª Soledad Torres Acosta, bendiga a esta ciudad de Sevilla y
sus habitantes, a quienes agradecemos que nos hayan acogido y acompañado con
su presencia amiga y generosa a lo largo de toda nuestra andadura, confiándonos
a sus seres queridos para que los atendamos con el carisma propio de las Siervas
de María.