Año Santo de la misericordia

18 Dic

En la clausura del año jubilar de la misericordia

Abundancia de misericordia

Así podríamos titular este afortunado año dedicado a la “misericordia” por el Papa Francisco. Abundante, rico, magnánimo. Es como mejor se puede resumir y recopilar, la vivencia de este tiempo, sus momentos celebrativos a nivel eclesial, comunitario y personalmente. Lo manifiesta y expresa jubilosa cada comunidad y de ello hacemos eco orgullosa y agradecidamente desde esta querida provincial de andalucía.

Ha supuesto apertura, salida, conversión y mucha capacidad de perdón y reconciliación. Porque la recibimos abundantemente, nos hemos sentido apremiadas a compartirla. Momentos fuertes celebrativos, pero también gestos diarios de humilde acercamiento y comprensión en la fragilidad que nos envuelve y rodea. Bien podemos proclamar un himno de gratitud y un salmo de confianza, clausurando el año jubilar de la misericordia; pero no cabe duda que esto tiene que traducirse en continua superación que supone ascesis pero que reporta un caudal de profunda paz y feliz convivencia.

APERTURA DEL AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA

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«En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida”. (El papa Francisco)

El, día 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, inició  en Roma el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, convocado por la bula  Vultus Misericordiae. Un año que clausurará con la solemnidad litúrgica de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2016. Durante este período, el Papa invita a “dejarse sorprender por Dios».

La apertura de la Puerta Santa, tuvo lugar después de la gran celebración Eucarística. Formando una numerosa y solemne procesión con los salmos 121 y 122, salmos de alegría; fue avanzando lentamente por el atrio de la Basílica de San Pedro. El Santo Padre se dirigió hacia la Puerta Santa. Delante de ella, el Papa Francisco después de abrazar a Benedicto XVI, rezó: «Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo con la misericordia y el perdón, dónanos vivir un año de gracia, tiempo propicio para amarte y amar a los hermanos en la alegría del Evangelio» (…)

Tras un momento de silencio, el Pontífice empujó con fuerza y se abrió suavemente la Puerta Santa. Francisco entró por ella, rezó nuevamente y le siguió el papa emérito. Ambos se saludaron nuevamente y en procesión entraron cardenales y religiosos hacia la tumba del apóstol Pedro y el Altar de la Confesión, en el que recitó una oración final.

«Este Año Santo Extraordinario –aseguró el Papa– es también un don de gracia. Entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. Será un año para crecer en la convicción de la misericordia». Y citando a San Agustín indicó: «Cuánta ofensa se le hace a Dios y a su gracia cuando se afirma sobre todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su misericordia».

Aprovechemos y acojamos este año de gracia y «En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida”. (El papa Francisco)

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