Fundadora

FUNDADORA: Santa María Soledad Torres Acosta

SOLEDAD: Una mujer encarnada en el siglo XXI, por mujeres de un  hoy que enraízan  en un pasado algo lejano, pero muy semejante en el dolor, la soledad, el abandono y la enfermedad. Conectando con nuestras raíces, hacemos:

Un retorno agradecido y comprometido que, nos sitúa en el Madrid de 1826, diciembre, día  2

Nace Manuela Torres Acosta en la sencillez de un hogar cálido bajo la mirada amorosa de un padre y una madre recios en humanidad y fe:

  • Manuel, un honrado lechero, pendiente y dedicado al hogar familiar al que mantiene y sostiene fuertemente unido.
  • Su madre, ama de casa, feliz y pacífica que educa y acaricia a su prole como el regalo más hermoso y entrañable del Dios en quien cree.

Ahí, Manolita, la protagonista de esta historia, crece sana y felizmente, en un ambiente marcado por la normalidad de su época, el siglo XIX. Desarrollo de humanismo, cultura, fe, personalidad propia.

Consagrada, Sierva de María: Madre Soledad Torres Acosta: Una mujer frente al dolor.

–  esa adolescente que crece y madura en los valores más esenciales de la convivencia en la cotidianidad de la vida;

–       esa espléndida y fiel joven que participa en las tareas del hogar, de la escuela, de la Iglesia;

–       esa inquieta Manuela que indaga por aquí y por allá un lugar donde encajar su espíritu magnánimo, su personalidad dadivosa, su audacia de mujer insatisfecha que parece intuir un sueño ilimitado, abarcar un horizonte nada claro pero sí vasto, extenso, casi inalcanzable.

Esta mujer que se ha ido forjando, así paso a paso en lo más menudo y humano, alberga una riqueza impensable, una fortaleza inconcebible, una osadía incontenible.

Con este arrojo se presenta a un Sacerdote intrépido, ardiente y celoso humanista, y ministro fiel de su Señor Jesús “doliente”, en un lecho solitario, en noches interminables de oscuridad y misterio.

Don Miguel se llama el peculiar párroco de Chamberí, ese barrio tan castizo, tan bullanguero y popular, donde los madrileños de a pie, como los que se pasean en coches de caballo, aprovechan esas tardes tranquilas de verano o primavera para charlar de, sus historias, sus saberes y ciencia populares, de sus ocupaciones y ¡cómo no!, de sus preocupaciones.

Interesante que, en un desahogo de estos tan normales y espontáneos, se descubre una “laguna” de la que nadie en la sociedad y ni siquiera en la Iglesia, se ha percatado (percibido) que necesita ser cubierta. La tertulia muy animada, por cierto, en la que se han enredado el General Castaños y nuestro buen párroco, Don Miguel, acaba en providencia y profecía: comienzan sus noches en blanco como suelen ser las que escoge el Espíritu Santo para sus grandes elecciones y envíos.

No duerme nuestro párroco; hay enfermos que no están en el hospital pero que necesitan de esa atención esmerada, permanente y domiciliar. ¿Por qué no organizar una asociación de mujeres cristianas, intrépidas, valientes, que se dediquen íntegramente  a la asistencia a domicilio, gratuita y en nombre del amor y exclusivamente por caridad?  Las encontrará! Es aventurero, soñador, sueños que apoya y afianza con su confianza en Dios, además de poseer esa garantía relaciónal en la media-alta sociedad.

Y con esos medios se lanza a tan imponente y apremiante misión. Pronto reúne seis de sus feligresas más fieles; le falta la séptima, no la encuentra según su complacencia y llega por voluntad divina; se llama Manuela, una mujer sin historia, sin brillo, pero apremia el tiempo y Don Miguel quiere comenzar su aventura de misericordia y amor con siete damas, en honor de los Siete Dolores de la Virgen; no espera más: admite a Manuela, desde ahora: MARÍA SOLEDAD.

15 de Agosto de 1851, fecha mariana como el espíritu que alimenta y empuja al valiente inspirador, dando inicio a la obra bajo la protección de Nuestra Sra. De la Asunción, con el significativo y novedoso nombre de “Siervas de María ministras de los Enfermos”

¿Qué harán estas monjas del Sacerdote romántico? Qué misión realizarán? Él ha encontrado hombres y mujeres sufriendo en soledad, sujetos (presos) a una cama y desea ponerles una “sierva” a su lado, una consagrada que con manos y rostro de mujer encarnen el amor entrañable de Dios; los asista y acompañe, los cuide y conforte, y si llega el caso, los acompañe y ayude a bien morir. Así de insospechado, así de práctico, humano y evangélico, aparece este rasgo específico de servicio desinteresado al enfermo, a la humanidad herida y sufriente.

Una nueva expresión de florecer en el jardín de la iglesia y de salir al encuentro de los Samaritanos de nuestro mundo moderno, actual que nos enfrenta a nuevas necesidades y carencias.

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DATOS BIOGRÁFICOS COMPLEMENTARES

El día 11 de Octubre de 1887 a    los 61   años de edad, M. Soledad se dormía en el amor de Dios, en el regazo del Padre, dejándonos a todas sus Hijas como testamento el mensaje de JESÚS: » Que tengáis Paz y Unión».

El día 5 de febrero de 1950, es elevada a los altares por SS. Pío XII,  declarándola Beata.

Es Canonizada por SS. Pablo VI el 25 de Enero de 1970. La Iglesia fija su fiesta para el día 11 de Octubre, pudiendo invocarla públicamente como: «SANTA MARíA SOLEDAD»

Vídeo: «Santa María Soledad en Cómics«


 


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