Semana Santa y Pascua

28 Mar

¡FELIZ PASCUA 2015!  

Pascua 2015

«PORQUE LA COSA EMPEZÓ EN  GALILEA, VAMOS A GALILEA». FELIZ PASCUA, es el saludo que intercambiamos esta mañana todos los que hemos vivido en estos días el misterio de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Pero debemos tener en cuenta que la felicitación pascual no puede limitarse a un mero saludo, sino que tiene que ser un compromiso mutuo de ser testigos de la Pascua, pues sigue habiendo en nuestra sociedad personas que sufren, que no encuentran sentido a su vida, que han perdido la esperanza.

No hay que ser derrotistas, pero tampoco ciegos, y tenemos que mirar a nuestro alrededor y ver la cantidad de personas que carecen de lo necesario, que no tienen trabajo ni perspectivas de conseguirlo, que son víctimas de la injusticia que provoca la crisis, mientras contemplan unos niveles de corrupción insoportables en aquellos que recibieron la sagrada misión de velar por los intereses del pueblo. Todo esto les hace perder la esperanza y las ganas de vivir.

Pues para toda esta gente tenemos que ser testigos de la Pascua, y para ello tenemos que ir, primero, al encuentro del Resucitado, pero ¿dónde podemos encontrar hoy al Resucitado? porque, tanto hoy como a lo largo de la historia, hemos buscado muchas veces este encuentro en el lugar equivocado. Por ello tenemos que oír la voz del Señor que nos dice: «irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo». Por tanto, no tendremos que buscarlo en acontecimientos extraordinarios sino en nuestra «Galilea»; vamos a Galilea a buscar a todos los hermanos nuestros que caminan en tinieblas porque tienen sed de esperanza, de sentido, de luz.

A todos estos tenemos que llevarles la luz de la Resurrección, que es la única que puede dar sentido a sus vidas. Para todos ellos tenemos que ser sembradores de esperanza, testigos de Cristo Resucitado con nuestra palabra y, sobre todo, con nuestra vida.

PORQUÉ JESÚS

HA RESUCITADO:

Iré detrás de ti, si tú vienes a mí,

buscando horizontes

más amplios para volar.

Iré a enseñar a todos

que Tú eres libertad,

que sólo en Ti se encuentra

el manantial, la felicidad,

la verdadera paz.

Iré siempre en tu nombre

despojado de mis cosas,

buscando en la noche,

sediento de tu amor.

Iré a decirles a todos

que tú eres alegría,

la eterna oferta

de un amor total.

Iré a buscar camino

detrás de cada lucha,

donde los hombres sufren

su llanto y soledad.

Iré si Tú me llamas

a ser siempre tu amigo

sin importarme nada,

pues Tú eres mi caminar.

Iré diciendo a todos,

iré contando siempre,

iré entre los hombres. 

¡¡¡Feliz y Fecunda Pascua 2015!!!

José Gabriel Martín Rodríguez

Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud

y Consiliario de la Hospitalidad

de Ntra. Sra. de Lourdes

Arzobispado de Granada

 

UNA SEMANA PARA VIVIRLA:entrega4 (2)

Hace cuarenta días iniciamos un camino de austeridad, conversión y caridad. Es la Cuaresma que nos ha traído hasta el domingo de Ramos. Hoy comienza la más santa de las semanas… En estos días Jesús vuelve a Jerusalén,  es aclamado y humillado. Otra vez más Dios se nos entrega, por amor, por pasión. Él volverá a lavar los pies, será traicionado, maljuzgado y golpeado, castigado a morir en el madero, condenado y crucificado, como los malos. Una ejecución que sirve de aviso y escarmiento: «los que sigan a este hombre, tendrán problemas». Y los que le seguían… asustados, se dispersarán.                                                                                                                                                                                     La Semana Santa es memoria. Vamos a revivir la capacidad de amor y de servicio, de entrega y sufrimiento, incluso hasta la muerte,… y una muerte de cruz. En nuestros días hay gestos de amor y entrega, hay personas que se ponen al servicio del prójimo. Pero también vemos con dolor las cruces que matan hoy. Existen demasiados «viernes santos» como para permanecer impasibles. Son las realidades de muerte y sufrimiento de nuestro mundo (el hambre, la violencia, la desigualdad…). Los cristianos sabemos que no va a triunfar la injusticia ni el pecado; estamos convencidos de que el mal no va a ganar la batalla. Dios mismo rasga el velo del dolor y rompe las cadenas de la muerte…; ante la injusta muerte de su Hijo no queda impasible, le da la vida, para siempre.

La Semana Santa no acaba el viernes ni termina en la cruz. El domingo es el día de la vida, es el triunfo de Dios, es el comienzo de nuestra fe: la certeza de que Jesucristo está con nosotros, vivo, para siempre. En la Vigilia Pascual todos escucharemos el pregón y saltaremos de gozo para cantar la acción de Dios y contagiar a todo el mundo con nuestra alegría. Mientras tanto, nuestras celebraciones y nuestra oración mirarán a un Dios apasionado de amor por todos… No perdáis la ocasión para celebrar el amor de un Dios que se deja la vida por nosotros para que nosotros tengamos vida abundante.

¡Feliz, Fecunda y Santa Semana Santa!

JUEVES SANTO:jueves santo

La Semana Santa vivida de forma cristiana no queda reducida a una fiesta, a la tradición, al folclore o a unos días de vacaciones, porque contiene un significado más profundo, personal y trascendente. La gente vive situaciones duras, pesadas cargas, impuestas muchas veces por una sociedad donde palabras como amor, solidaridad o servicio suenan huecas, carentes de sentido. Estas palabras, las del Jueves Santo, se dotan, recordando las acciones de Jesús en los días previos a su muerte, de un significado más que tradicional o folclórico.

El sentido de las palabras

El Jueves Santo es el día del amor fraterno. ¿Pero cuál es el sentido de estas palabras -amor y fraternidad-según Jesús hablaba de ellas? Hay diversas formas de amar, diferentes modos de querer a otra persona, y Jesús escoge uno en concreto, porque ha experimentado que es el querer con el que Dios quiere. Amar como lo hace un padre o una madre al hijo que necesita de su cuidado, y amar así como aprenden a quererse entre sí los hermanos, como hijos del mismo padre y madre.

El lugar de las acciones

Las palabras del Jueves Santo hablan elocuentemente a través de las acciones de Jesús en la Última Cena con sus amigos. «Quererse» y «ser hermanos» tienen sentido solo en el lugar desde el que Jesús las pronuncia: desde abajo, a los pies de los que llama hermanos, al servicio de los que ama. Jesús no se abaja para humillarse o hacerse de menos, sino para reconocerse y que le reconozcan igual a los que quiere, como su Padre ama del todo a todos inmensa e igualmente. Más allá de los que mandan y los que obedecen, están los que se aman como iguales, sirviéndose porque se quieren.

 El horizonte de las promesas

Como da cuenta el evangelista, este es el ejemplo y mandato de Jesús: «que hagáis lo que yo he hecho con vosotros», pero acompañado de la promesa de la Última Cena, de la que los cristianos nos acordamos en cada Eucaristía, como los israelitas se acordaban al celebrar su pascua. La promesa hecha a todos y cada uno dice que el amor que viene de Dios, y que con Jesús se nos reparte, es auténtico, no pasajero, capaz de quebrar sufrimientos, vencedor de la muerte, creador de vida, y vida para siempre. Una promesa que, a su vez, en el ejemplo y mandato de Jesús encuentra para nosotros significado.

 VIERNES SANTO:

Meditemos en el evangelio que acabamos de proclamar. Fijémonos en los distintos personajes. Y en Jesús.

viernes santo 1El evangelista san Juan parece invitarnos, a todos, a que entremos en la escena y a que nos situemos frente a Jesús, que es juzgado. Hagamos el ejercicio. Preguntémonos: ¿A qué personaje me siento yo más cercano? ¿A quién me parezco más? ¿A Judas, capaz de traicionar por dinero? ¿Acaso a Pedro, que demostró más valentía en las palabras que en los hechos? ¿Tal vez al sumo sacerdote que, sin dudar, juzga y condena en nombre de Dios? ¿O me siento cercano a Pilato que, por no meterse en problemas, se lavó las manos? ¿O soy uno más del pueblo, un pueblo manipulable que suele pensar y gritar lo que le dicen otros? ¿Dónde suelo estar yo? El Evangelio atraviesa todos los tiempos, siempre es actual. Es la Buena Noticia de Dios para la humanidad, también hoy. Es una luz que disipa las tinieblas y pone en evidencia las sombras de la vida, también de nuestras vidas. ¿La acojo o la rechazo?ajes que van apareciendo en escena y en sus opciones existenciales. Fijémonos en Judas, en el grupo de los discípulos, en Pedro, en el sumo sacerdote, en Pilato, en el pueblo…

No nos escapemos mentalmente. Permanezcamos en el ejercicio de «vemos», cada uno, en el juicio a Jesús. Y miremos a Jesús. Su pasión es la pasión del justo ajusticiado, la del bien pagado con mal, la de la amistad traicionada por dinero, la del amor incomprendido y abandonado, la del inocente arrojado a la muerte. Y, sin embargo, en la pasión de Jesús se desprende una luz que nos abre los ojos para que podamos ver cuál es nuestra actitud ante Él y ante todas las demás «pasiones», las de sus hermanos, los hombres y mujeres.

En el relato de la pasión quien realmente juzga es Jesús. Él que es juzgado, nos juzga. Él es el «testigo de la verdad» Un 18,37). Permitamos que la verdad de su vida ilumine nuestras vidas y la vida de toda la Iglesia. No tengamos miedo en reconocernos tal como somos: menos coherentes, como cristianos, de lo que confesamos; indiferentes y cobardes para defender la causa de los inocentes; parapetados en nuestras pequeñas verdades y seguridades. Jesús nos juzga desde la claridad de su vida, y la condena es luz para los ojos, una vida más feliz, más sincera, más solidaria. El juicio de Jesús nos abre a un amor de vida, a un amor de verdad.

DÍA DE SILENCIO, DE SOLEDAD. CRISTO HA MUERTO

El Sábado Santo tradicionalmente siempre ha sido un día de silencio, Cristo ha muerto. Los discípulos están desconcertados, quienes seguían a Cristo no saben que hacer, se sienten engañados, abandonados, el Salvador de Israel ha muerto. María está sola, su Hijo ya no está. De aquí que el Sábado Santo invite a la soledad, a escuchar nuestro interior, a dialogar con María y con Juan, el discípulo que acogió en su casa a María. Cuando se hace referencia al silencio, a la soledad viene a nosotros un lugar físico, el Desierto, allí se retiraba la gente para orar, porque desierto es lugar de silencio, de cercanía de Dios, de contemplación, pero también de prueba y despojo, de búsqueda y respuesta, de oración, de luz y de amor (puedes tener presente cada una de estas palabra en el día de hoy).

Hoy te invito a hacer desierto, a que te encuentres con Cristo, el Cristo crucificado que por amor a nosotros murió en la cruz, que te encuentres con María y le acompañes en su soledad y por último que te encuentres contigo mismo, entra en lo profundo de ti, allí donde sólo estas tú con Jesús. Es un día en el que no hay lugar para el miedo.

 ACOMPAÑAMOS A MARÍA

Hemos acompañado a Jesús hacia la cruz. A un Jesús ruto, crucificado, muerto. Junto a Él ha estado María, en silencio, sin hacerse notar. Ahora ya no hay nada, hasta la cruz está vacía… y María sola. A su lado está Juan, el discípulo amado. Él conoció a Jesús, vivió con Él y el Maestro le confió a su Madre. También estamos cada uno de nosotros junto a María y a Juan, queremos acompañarlos en su dolor y revivir lo vivido con Jesús.

Hoy va a ser un día para revivir la experiencia de amor y servicio del jueves, de dolor y muerte del viernes y de toda nuestra vida junto a Jesús. Comienza desde el momento presente, Jesús ha muerto, ya no está junto a nosotros y surge la pregunta: si Cristo ha muerto, ¿mi fe puede ser una ilusión? ¿En quién se apoya?. Pero la fuerza para vivir la duda del presente y superarla es recordar, traer a nuestra cabeza y corazón lo experimentado con Jesús, esos momentos que lo has sentido tan cerca en tu vida, que has hablado con él y que ni la distancia física te podría separar de Él. (A. Machado dice “todo es según se recuerda”). Y queda el futuro…

Hoy ante la cruz sola, hay que dar una respuesta cargada de amor, de esperanza, porque Cristo… REALMENTE VIVE EN CADA UNO DE NOSOTROS.

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