“Contemplar a Cristo en el rostro del enfermo”

7 Nov

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Saboreando los ecos de «luz de soledad»

Entrevista a la Madre Encarnación Rodríguez, Superiora Provincial de las Siervas de María Ministras de los Enfermos.

Esta Congregación fue fundada por santa Soledad Torres Acosta, cuya vida y obra ha sido llevada al cine con el título Luz de Soledad. En Granada están desde el año 1880 y actualmente tienen la casa en C/ Niños Luchando. Con la conciencia de la sacralidad de toda persona y de que el enfermo es un Cristo sufriente, cada día las Siervas de María acompañan y ayudan a las familias a atender a los enfermos en sus domicilios o en el hospital. Con ellas se creó en España el título de Enfermería.

ENTREVISTAsdem

¿Han visto la película? ¿Qué les ha parecido? Yo puedo decir que soy una afortunada porque la he visto varias veces. Para nosotras es una satisfacción grande, no porque la película aporte datos que nosotras no conozcamos. Muchas veces hemos leído y releído, y meditado, la vida de nuestra fundadora, pero, como suele decirse, “una imagen vale más que mil palabras”. La película está muy bien lograda y la elección de los personajes ha sido muy acertada y, sobre todo, la artista que encana el papel de Madre Soledad. Con su mirada y sus gestos han sabido transmitir la figura de la Madre. Han sabido conjugar la historia de una Sierva de María actual cuidando a un enfermo, que sirve de base para dar motivo a que esta Sierva de María actual narre la vida de la Madre Soledad. Se refleja lo que ha sido la fundación, la historia de la fundadora. Ha dado origen a que se vea y el espectador pueda captar de la película un valor, bien sea desde el punto vista humano, sociológico, e ir adentrándose a un punto de vista espiritual, y yo me atrevo a decir que hasta místico. Porque el lema que mueve a la Madre Soledad y nos mueve a nosotras es contemplar a Cristo en el rostro del enfermo. Eso lo refleja la película. ¿La película es entonces fiel a la vida y obra de Soledad Torres Acosta? Verdaderamente, la refleja. Porque a nivel humano narra la historia de una persona –una mujer-; en aquella época las mujeres no tenían tanto protagonismo y ella era de clase social humilde, de naturaleza física no muy fuerte, y era la menos apropiada para cogerla como pilar para una fundación. Soledad nos da ejemplo de superación de dificultades, porque la madre Soledad siempre tuvo en cuenta un factor: se sabe conocedora de un plan de Dios sobre ella. Sabe su pobreza persona, pero sabe la grandeza de Dios y cómo, ofreciéndose como un pobre instrumento, Dios actúa y hace una obra grande. De ahí que uno de los rasgos de su espiritualidad sea abandono a la Providencia. Ella no se acobarda ante las dificultades y en pequeños gestos vemos cómo lo supera. Visitar y cuidar a los enfermos es una obra de misericordia corporal.

Ustedes viven esta obra de misericordia todos los días desde su vocación. ¿De qué modo? ¿Cómo atienden a los enfermos?

San Juan de la Cruz decía, “religioso estudiante, religioso por delante”. Nosotras decimos, “religiosa enfermera, religiosa por delante”. No se pueden separar estas facetas. De tal manera están unidas que nosotras consideramos que el paso del convento a la habitación del enfermo es cruzar una puerta. Dejas un lugar sagrado, que es el convento, y entras en otro lugar sagrado, que es la habitación del enfermo. Es un lugar sagrado primero por lo sagrado que es la persona que sufre, pero es porque nosotras vemos allí que Dios se hace presente de dos maneras. Para la Sierva de María, Cristo se hace presente en el enfermo al que cuidamos. Y procuramos, en la medida que nuestra pobreza nos lo permite, que Dios también se haga presente en nosotras para que el enfermo perciba que a través de la Sierva de María es Dios mismo el que se hace presente para consolarlo, aliviarlo, decirle que le ama. Eso se hace a través de nuestros gestos, de nuestro modo concreto de cuidarlo. Cuando uno se convence que es un miembro dolorido de Cristo al que cuidas, lo haces como algo sagrado, como cuando te acercas al Sagrario: te merece un respeto y te merece también ese cariño que quieres transmitirle al enfermo en nombre de Dios. Yo he llorado cuando se me ha muerto un enfermo, porque se le ama de verdad, y se comparte la situación de dolor de la familia. Se crea una relación muy especial cuando se cuida a los enfermos. Que somos personas que a lo mejor puede traslucirse un rasgo de humanidad que no quisiéramos, también puede darse, pero lo que nos anima siempre es eso.foto-madre

¿Cómo se originó la fundación? Lo que dio origen a la fundación fue constatar que no había religiosas que se dedicaran a cuidar a los enfermos de noche. Un sacerdote que tomó conciencia de esa realidad fue el inspirador de la obra. Luego la abandonó. Y por eso decimos que la Madre Soledad es la fundadora, porque se quedó ella al frente y la que dio vida, “cuerpo”, a la congregación. La idea originaria fue partiendo de ver la carencia en la vida religiosa de aquella época de que salieran de los conventos, aquello era impensable en el siglo XIX de noche, para cuidar enfermos a domicilio. La idea de este sacerdote fue una inspiración de Dios, porque vivieron de cerca el caso de una persona bastante considerable socialmente que tenía una hija enferma y no lograba que las Hijas de la Caridad fueran porque sus Constituciones y reglas no se lo permitían. Ahí tiene el nacimiento de la congregación de Siervas de María, para ocupar ese hueco que había en la sociedad. Después, enseguida hubo el cólera y ahí hubo derroche de caridad, de donación de las hermanas, hasta el punto de que una fue mártir del cólera. Ponen la ciudad en cuarentena e impiden que las hermanas salgan cuando están cuidando un enfermo para no contagiar. La Madre Soledad da la cara y dice: “Nosotras somos enfermeras y lo mismo que los médicos van de un sitio a otro nos tienen que dar permiso”. Y lo consiguen, para que las hermanas cuando terminan en una casa de cuidar a un enfermo, porque fallezca o cure, puedan estar disponible para otro. Ahí hicieron despliegue de caridad, pasando de un sitio a otro sin descansar y pasando todo lo que había que pasar.

Las primeras titulaciones de enfermera nacieron con esta congregación… Las hermanas nuestras que estaban en Roma estudiaron Enfermería. Nuestra Superiora General entendió que eso iba a ser bueno para todas las Siervas: dar una formación adecuada al personal y quisieron instaurarlo en España pensando primero en nosotras (no pensamos que iba a tener una dimensión como ha tenido) y llegaron a fundar la primera escuela de enfermeras. Y las primeras 36 enfermeras eran Siervas de María.  La Congregación tuvo la Escuela de Enfermería propia en Madrid, que acogió a muchísima gente, religiosas de otras congregaciones y gente seglar. De esto se ha celebrado el año pasado el primer centenario del título de enfermeras a nivel de España. Nosotras sabíamos que éramos las primeras, pero lo veíamos como una cosa normal. Aquí en Granada quisieron dar un premio. Y los premios no se buscan; se agradecen. Nosotras, las Siervas de María, no somos nadie si no es dentro de la Iglesia. Entonces, es la Iglesia y un orgullo para los creyentes: que la Iglesia ha estado al tanto no sólo con una caridad plasmada en palabras, sino en hechos concretos que requieren una preparación para que se le pueda dar al enfermo aquellos cuidados enfermerísticos para los cuales tienes que estar más preparada. Es una Congregación que nació en Madrid, pero qué presencia tienen en nuestra Diócesis. En Granada está desde 1880. Hay una cosa muy bonita ligada a la historia de la comunidad de Granada y es que la efectuó la misma Madre Soledad. Ella estuvo aquí presente y fue la que dio los primeros pasos, y la que marcó el camino que han procurado seguir siempre todas las Siervas de María. Hubo un imprevisto en la casa: se quemó. Había habido antes otras desgracias que obligaron a que las hermanas acogieran a la gente en su casa y cuando fueron ellas las que necesitaron, también encontraron las puertas abiertas. Se tuvieron que cobijar en otra congregación religiosa. La Madre Soledad, como persona humana y con los pies en la tierra, escribió y tenemos un puñado de cartas preciosas de la fundadora dirigiéndose a la comunidad de Granada. Para nosotras son un tesoro, no sólo en Granada y Andalucía sino en la Congregación.

En su origen, la atención a los enfermos era en los domicilios. ¿Van también a los hospitales? Ir a los domicilios, de noche y gratuitamente. Ahora, como puede haber otras necesidades que no es sólo a domicilios, porque si los enfermos están en los hospitales y los familiares tienen que trabajar no pueden quedarse de noche. Entonces, nos llaman a nosotras. Ahí se desarrolla una labor  tam- bién muy bonita, porque los enfermos a los que vamos, normalmente, si están en los hospitales  están con otros enfermos, y acabas cuidando a los dos o tres que estén allí. Vemos casos muy duros. A lo mejor, hay un enfermo, y su esposa lo cuida de día y de noche muchos días, son de un pueblo, tiene las piernas hinchadas… ante eso, la hermana se compadece y la manda a su pueblo porque tiene que descansar. La hermana acaba haciéndose cargo de todos los enfermos para que los familiares puedan descansar, y seguir con su puesto de trabajo y no perder el puesto de trabajo. Y se integran como uno más en la familia. Nos integramos y eso es muy bonito. A veces, la hermana –y eso lo refleja la película Luz de Soledad- en un principio es rechazada, pero la labor callada, de entrega, servicio, de desinterés, hace que la persona poco a poco vaya recapacitando y llega un momento en que te preguntan “pero, ¿por qué hace todo esto?”. Por dinero, no. Es por otra cosa. Y llegan a tomarte un cariño que te consideran de la familia, de confianza, de apertura. El gesto de confianza es desde el principio, aunque no lo quieran reconocer. Te entregan lo que más quieren, para que les cuides sus familiares, que es lo más preciado que se tiene. Esa confianza se agranda y va mezclada también con el cariño que nosotras cogemos a esas personas y ellas a nosotras.

Estamos todavía en el Año de la Misericordia. ¿Cómo practicamos entre nosotros la misericordia con las personas que nos rodean y especialmente con los enfermos, aquellos que tienen familiares enfermos o que tienen que acudir al hospital diariamente?  Cuidar a un enfermo es una misión sagrada. Porque la dignidad de la persona humana es muy grande, pero esa dignidad cuando la persona se deteriora por la salud no disminuye, aumenta. Cuando estás enfermo es un grado de dependencia tan grande que sólo desde ahí se entiende que la persona tenga que dejarse hacer ciertas cosas; tenga que depender tanto de otros. Realmente es prestarle nuestras manos, nuestros pies, llegar donde esa persona no llega. La persona enferma cuanto más enferma es, más dependiente es en mayor grado, genera en los demás lo más noble y lo más grande que encerramos cada uno en el corazón. Es el sentimiento de compasión, pero no la compasión que entiende la gente (“le da lástima”). No. Es padecer-con, sufrir-con. Quisieras aliviar tanto… Cualquiera de los servicios que se preste, cualquiera que trabaje con los enfermos, es una obra de misericordia. Y hay que valorarlos y hay que decirles la importancia que tienen y la labor que siguen desarrollando. Dios no ha creado nada inútil. El enfermo, por muy mal que esté, por muy dependiente, por muy que ya no tenga conciencia, no es inútil. Dios lo mantiene, porque Dios no mantiene nada inútil, si no, no lo habría creado, y si no, no lo mantendría. Algo grande tiene el dolor y los cristianos sabemos lo que tiene. Desde que Cristo sufrió el dolor tiene un algo tan grande para el mundo que se convierte en “pararrayos” en la sociedad. Cada enfermo es un Cristo que está sufriendo. Y cuando decimos, “si yo hubiera vivido en tiempos de Cristo, le hubiera hecho esto…”. Házselo al que está sufriendo. Es la oportunidad que tenemos. Y Cristo lo ha dicho, no es una idea bonita: “Lo que hagáis a uno de estos a mi me lo hacéis”. “Estuve enfermo y me visitasteis”, pues las Siervas de María las más felices del mundo cuidando a Cristo cada noche. Es una obra de misericordia, porque el enfermo es sagrado y lo que se le haga desde ese sentirse uno pobre, pequeño, que no vales, que vea que se le acerca alguien con cariño –la familia o personas que podamos dedicarnos a ello- se merecen lo mejor de todos nosotros.

Paqui Pallarés

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