Renovación de votos de Sor Lorevem y Sor Irene

1 Jul

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Como un refrescante soplo de aire en medio del sofocante calor veraniego, fuerte y suave brisa a la vez, nuestra provincia de Andalucía, ha recibido y acogido la renovación de Votos de nuestras queridas Hermanas Sor Lorevem Declaro y Sor Irene Joy Lozada. Las dos de nacionalidad Filipina y con nosotras desde Marzo de este año 2017.

La celebración Eucarística del día 29 de Junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, este año ha revestido un carácter de verdadera renovación vocacional; manifestando la prolongada respuesta a la llamada del Señor en su Iglesia, a la que sigue lanzando para «remar mar adentro, mar abierto…», sin miedos y sin paralizaciones cobardes, ni estrechos horizontes. Cristo vive, sigue pasando entre los hombres de nuestra época y se hace visible, presente en gente joven capaz de embarcar en sus mares, anunciando su tan actual como feliz y saludable mensaje de: amar, liberar, sanar… a toda la humanidad.

IMG-20170630-WA0007Celebración de fe jubilosa y fraternal que pudo gozar la mayoría de la Provincia, por lo menos una representación de cada comunidad. Un grupo de 16 Hermanas, incluidas las Madres Superioras de cada casa, clausuraron sus Ejercicios espirituales en el hermoso y recogido Santuario de Ntra. Sra. de Loreto y llegadas a esta comunidad de Sevilla, espléndidamente preparada para tan esperado momento, participaron en la solemne Eucaristía.

El resto de la jornada, en su sencillez y alegría, se deja a la imaginación de cada una sabiendo que todas hemos experimentado tan preciosos acontecimientos en primera persona. Queda el testimonio de nuestras queridas Junioras que, visiblemente felices y agradecidas, lo comparten desde su «lenguaje español-filipino» con total y generosa joviliadad y orgullo de consagradas,Siervas de María.

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TESTIMONIOS:

LorevemMe llamo Sor Lorevem  y quiero compartir con todos, que mi vocación en la vida religiosa, es el más precioso regalo que he recibido del Señor. Mi vida como consagrada, como lo he visto ahora es un tesoro que nunca quiero cambiar por cualquier cosa placentera en este mundo. Cómo recibí por primera vez este llamado de la vocación es una historia larga que contar, pero voy a tratar de compartir a todos ustedes, en la forma en que puedo ayudarles a descubrir su propia vocación.

Como ustedes, queridos jóvenes, también tuve mi joven vida normal, estudié y me gradué de secundaria sin pensar ni una vez que algún día sería una hermana religiosa. En otras palabras, no soñaba con ello. Pero mi mayor sueño era ayudar a mis padres, mis hermanos y hermanas menores. Quiero darles todo lo que necesitan. Y con el fin de cumplir con esto, empecé a soñar con convertirme en una exitosa mujer de enfermera o policía. Ninguno de esos dos cursos quise tomar para mi título universitario. Pero la voluntad de Dios no es la mía. Después de graduarme de secundaria, mis padres quedaron muy tristes por no poder enviarme a la Universidad por problemas financieros. Así que, como ves, no somos ricos, nuestra vida es muy simple.. Para hacer esta historia corta, terminé más o menos 2 años trabajando desesperadamente. Sin embargo, no me avergüenzo porque debido a estas experiencias encontré mi verdadera vocación en la vida, una vocación que me ha dado plenitud y gozo.

Un día una amiga mía me invitó a ir con ella a un convento, para entrar como una aspirante en Manila. Yo vivía en Mindanao. Al principio no me importa su invitación, no estoy realmente interesada. Pero una mañana me encontré pensando en cómo todas las hermanas religiosas viven felices en un convento y desde ese momento me convertí en tan curiosa sobre ellas que empecé imaginándome a mí misma como una de ellas, ¿una hermana? Pensé profundamente en mi corazón, si ir con ellas o seguir mi vida en el mundo. Por fin cedí a su invitación y juntas entramos en el aspirantado de Lagonoy Cam. Sur. en La Congregación de las hermanas Siervas de María Ministras de los enfermos. Cuando estuve allí, poco a poco me sentí más atraída por el carisma de nuestro Instituto, y cuidado de los enfermos. En la oración pedía a Dios me dijera si realmente me llamaba, para servirle todos los días de mi vida. Porque como me quedé con las hermanas, me gustó estar con ellas, hasta el punto que deseé ser una Sierva algún día. ¡Vestir el Santo hábito!

Cuando pido permiso a mis padres sobre mi plan de vida religiosa, no tengo ningún problema, porque ellos pensaban que no yo no iba a ser capaz de quedarme dentro. Pero resulta que se equivocaron, porque terminé mis 6 meses como una aspirante. Al terminar este tiempo, la congregación nos dio la oportunidad de regresar un tiempo para discernir bien si queríamos volver y continuar la formación o no. En mi caso decidí volver y continuar lo que ya comencé. Entonces empecé a pensar sobre lo que debo hacer para convencer a mis padres que me permitan continuar. Lo primero que hice fue orar “duro” a Dios que tocara una vez más  sus corazones para que respetaran mi decisión. Cuando les hablé sobre esto, mi madre estaba tan triste que no entendía por qué tengo que ir muy lejos de ellos… Estaba tan molesta y en contra de mi decisión. Mi padre en el otro lado silencioso, no dijo una sola palabra; yo me sentía muy feliz porque sabía lo que significaba: él estaba conmigo para ayudarme. A mi madre no paraba de  convencerla de que mi decisión era seria: lo que realmente quiero ser una religiosa. Hasta que un día me habló y dijo: ‘si esto es lo que realmente quieres y te hace feliz, vaya…’ Cuando escuché esas palabras de mi madre, mi corazón se llenó de alegría, inmediatamente yo abrazarla con todo el amor que tenía para ella; le agradezco y sobre todo doy gracias a Dios por todo. Yo continué como postulante, como novicia y ahora una hermana profesa temporal o una juniora, de la congregación. Cada día recorro mi camino como una persona consagrada al Señor de quien me fío y quiero seguirle con fidelidad. Mis seres queridos me dieron fuerza para superar todas las dificultades. Es Dios mismo el que me ama y me mueve a amar también a mis hermanos y hermanas que están sufriendo de cualquier enfermedad corporal o espiritualmente. En mi diario encuentro con él en la Eucaristía, recibo su cuerpo y su sangre preciosísima. Me uno a Él y con toda la iglesia en la misión de proclamar a todo el mundo la buena noticia del Evangelio.

Por último, antes de terminar este intercambio alegre quisiera dar las gracias por leer esta historia de mi vocación. Y profundamente agradezco a Dios que me llamó a esta forma de vida, una vida de servicio y caridad, una vida de total abandono en su voluntad. El Señor es el autor Supremo de mi vocación, una vocación para servir y no para ser servido. Una vocación a amar sin reservas en la caridad y una vocación a vivir radicalmente mi consagración con fidelidad y lograr su objetivo «Santidad». Doy gracias también a todas aquellas personas que me ayudan a ser fuerte y firme en mi vocación, a mis superiores y formadores, por sus consejos y orientación. Y a todas las hermanas que me inspiraron con sus buenos ejemplos de amor y entrega.                                                            Una vez más ¡gracias a todos ustedes!  

Sor Lorevem Declaro    –   S. de M


Irene sola Web

Yo soy SOR IRENE JOY LOZADA desde el sur de Filipinas. Mi padre se llama Ricky y mi madre se llama Wilma; soy la mayor de la familia, tengo 7 hermanos. Dos chicos y cinco chicas. Estudié mi secundaria en Cebú, en la escuela dirigida por unas religiosas. (Hermanas de la congregación de María). Nunca pensé llegar a ser una monja y cuando las hermanas me preguntaron si quería ser como ellas, inmediatamente les dije: «No me gusta ser monja» y cuando me gradué y trabajé por 6 meses en la empresa de confección, mi amiga me llamó y me dijo: hay una beca para la Universidad en Bicol. Y como deseaba continuar con mis estudios, yo acepté ir con ella, así que terminé mi trabajo y fui a casa con mis padres en Mindanao.

Mientras tanto, una Señora que conocía a las Siervas de María, invitó a varias jóvenes para ir con ellas a Bicol. Entonces mis padres acordaron que yo fuera, pero antes de llegar tuve muchos obstáculos; éramos 13, pero yo me quedé en el aeropuerto por tener problema con mi billete. Me fui a casa llorando… pero después de 12 días finalmente fui a con la ayuda de una Sierva de María cuyo padre es conocido por mi familia y fue quien le habló a mi amiga de una beca. Pero cuando llegué en Bicol me sorprendió que estar ahí no es estudiar en la Universidad, sino para ser una aspirante; me sorprendió mucho y me enfadé… Pero aun así nunca fui a casa y seguí allí, conociendo a las hermanas poco a poco… orando junto con ellas y les acompañaba a visitar a los enfermos. Dios era tan bueno a pesar de las cosas que sucedieron que me sentí feliz en el Aspirantado junto con mis doce compañeras. Nuestra Directora del aspirantado nos preguntaba si éramos felices y dijimos que sí, a lo que respondió que es una señal de vocación. Que si nos gustaba cuidar, servir a los enfermos… Otro sí. El Señor tocó mi corazón de una vez, cuando acompañando a una sierva de María en visitas a un paciente que era pobre, abandonado, lleno de úlceras, y ella lo trataba con tanto cuidado y amor, no importándole la situación desagradable ni buscando ser vista o recompensada, pero sí volcándose en las necesidades de la paciente. Ante esto me di cuenta de lo hermoso que es servir sin “intereses económicos, o profesionales…”

¡Fue este gesto de amor de una  Sierva que me ayudó a ver al Señor y sentir su llamada. Ese día me dije: ¡ puedo ser una de las Sierva de María! Nos dieron un mes para decidir si queríamos ser monja y continuar a la siguiente etapa de formación. Aunque con la oposición de mi madre, abuelo y mi hermana, que ahora también es una Sierva de María, volví a Bicol. Soy feliz en mi vocación y continúo mi formación hasta llegar a convertirme en “esposa de Cristo” por la profesión. Y así ser instrumento para que otros sientan su insondable amor y misericordia para cada uno.

Voy comprendiendo que los planes de Dios, sin duda, no son nuestros planes. El Señor puede enderezar el camino torcido. El Señor desea lo que es mejor para nosotros y cuando llama, llama a cada uno por su nombre y  sólo es necesario que respondamos a su llamada generosamente. «Sí Señor, aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad.»

Te invito, joven, adulto, cualquiera que me lea, a “ser valiente”. Jesús no falla, es el Amigo más Fiel que puedes encontrar!

Sor Irene Joy Lozada  – S. de M

 

 

 

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