Patrona de la Congregación
SÚPLICA A LA VIRGEN DE LA SALUD
¡Oh Virgen de la Salud, mira con amor a tus hijos!
Siempre acudimos a ti, con mucho amor y alegría
Hoy lo hacemos con pena, preocupación y angustia
Por la situación que vivimos, hace ya demasiados días.
Desde el cielo mira Tú nuestro mundo, ¡Oh Virgen de la Salud!
Te ponemos de intercesora ante tu Hijo en la Cruz;
Porque tu Hijo sufre también hoy mucho,
Cuando nos ve caminando en tinieblas y sin rumbo.
Dile, entre en nuestras casas primero y las bendiga
Como lo está haciendo el Santo Padre todos los días.
Que penetre en nuestras almas y familias
Para que se aleje el maligno de nuestras vidas.
Y tú, Madre Soledad, que ayudabas al enfermo,
lo socorrías y cuidabas con tanto celo
No te olvides de nosotras, desde el cielo,
y escucha nuestra súplica, no sólo para el enfermo
pedimos también para todo el pueblo, que sufre en el alma y en el cuerpo:
unos por estar contagiados, otros por dolor de los que se fueron,
sin poder siquiera verlos, ni darles una palabra de aliento;
otros pensando en el mañana, preocupados por el sustento,
no digo yo de capricho, sino de lo necesario para alimentar el cuerpo,
porque el alma va alimentada con nuestra oración de intercesión desde lejos,
que elevamos día a día por estos hermanos nuestros.
Y Dios, nos tiene que oír, porque Él mismo nos dijo que lo hiciéramos:
“pedid, buscad, llamad”… no os canséis.
Ve tú, Madre Soledad, a la Virgen de la Salud y llévale nuestra oración hecha súplica
Que la Virgen siempre abre su manto para escuchar y acoger a sus hijas.
Con su protección no tememos: por eso hoy le decimos:
¡Oh Virgen de la Salud, mira con amor a tus hijas!
Oración del Papa a la Virgen del Divino Amor pidiendo la salud en este tiempo de pandemia del Covid 19
Oh María,
Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del Pueblo Romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.
Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!