
Novena a Nuestra Señora de la Salud
DÍA 2º – MARÍA, MUJER OYENTE
A todos los aquí reunidos para caminar con María, el Señor nos conceda paz y gracia. Amén
La figura de la Virgen como mujer que oye, que escucha, tiene hoy algo que decirnos y proponernos: “haced lo que Él os diga”. Ella siempre estuvo abierta al querer de Dios sobre su vida, por eso permanecía atenta a su voz y a sus posibles manifestaciones. Su actitud serena y silenciosa, la predispuso para los planes que Dios tenía sobre Ella:
- Ante el anuncio del Ángel, respondió: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra”. “Madre de todos los hombres”
- Cuando Jesús se pierde en el templo de Jerusalén, apenas le hace un reproche de cariño: “Hijo, ¿por qué lo has hecho así con nosotros?” . “Madre de todos los hombres”
- En las bodas de Caná, confía totalmente en el poder de Jesús y dice a los sirvientes: “haced lo que Él os diga”. “Madre de todos los hombres”
Así podemos recorrer la vida de María, aprendiendo de su actitud, pronta, disponible y acogedora de la Voluntad de Dios.
Acudamos a su intercesión de Madre, presentándole nuestras súplicas, seguros de que las hará llegar al Padre por medio de Su Hijo:
- Oremos para que toda la Iglesia, abierta a la Palabra de Dios, sepa descubrir los signos de los tiempos y atender las necesidades de los hombres. ¡Salus Infirmorum, ora pro nobis!
- Oremos para que nuestras comunidades cristianas, vivan abiertas al querer de Dios, en servicio alegre y desinteresado por el hermano enfermo. ¡Salus Infirmorum, ora pro nobis!
- Oremos para que cada uno de los aquí presentes sepamos estar atentos a quienes reclaman nuestra atención, nuestras razones de ser y creer. ¡Salus Infirmorum, ora pro nobis!
Tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y esperanza.
Nosotros nos encomendamos a ti, salud de los enfermos,
que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que proveerás para que,
como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos.
y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos,
a través de la Cruz,
al gozo de la Resurrección.
Bajo tu protección nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
oh, Virgen gloriosa y bendita.