» Dando vida, sembrando
esperanza»
Es el lema con que el Santo Padre quiere celebrar en toda la Iglesia y con una sociedad justa y capaz de compadecerse del prójimo, esta jornada de cercanía, sensibilización y compromiso para con los que sufren enfermedad, soledad y desesperanza. Ellos son los predilectos de Dios y lo son así mismo de muchas personas que, gratuita y gozosamente dedican su vida, su quehacer y su tiempo a sanar, atender y suavizar sus profundas heridas, sus largas noches de silencio y dolor.
Como Siervas de María, Ministras de los Enfermos, hoy como cada día, renovamos el hermoso carisma de «asistencia a los enfermos» y llevamos a todos y cada uno, el calor de la presencia, la seguridad de nuestra atención esmerada y la fortaleza de la fe impregnada de esperanza, en la que es nuestra Madre y fuente de Salud: «María Salud de los Enfermos».
Acogemos y compartimos la interpelación de Benedicto XVI: “Si cada hombre es hermano nuestro, tanto más el débil, el sufriente y el necesitado de cuidados deben estar en el centro de nuestra atención, para que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado: de hecho, la medida de la humanidad se determina esencialmente en la relación con el sufrimiento y con el que sufre”