Asunta es María: ¡exultemos con su triunfo! María, Virgen y Madre, levanta sus ojos al cielo. Leve y ágil vuela junto a la Trinidad Santa que nos la arrebata entre rayos de luz y color, resplandor y belleza; con clamores de piedad y júbilo.
¡Gloria Madre! Proclama por siempre la grandeza de nuestro Creador.
¡Exulta, María! Es tu lugar, tu destino, estar eternamente junto a Dios
¡Resplandece, Señora, Eres la más bella y hermosa estrella que alumbra el Sol
¡Regocíjate, Reina! Sólo tú mereces la corona imperial que el rey de Reyes coloca en tu frente pura y esbelta, cual celestial Princesa.
¡Hónranos, Madre, con tu graciosa humanidad, elevando nuestro polvoriento barro, en figura angelical!
¡Contágianos, mujer delicada y valiente, de tu fuerza y vigor divinal!
¡Irradia, Señora, tu soberana majestad, que junto al Hijo y el Espíritu de Amor, te otorga el padre celestial!
¡Envuélvenos, Madre, con tu ternura y serena maternidad, transmitiéndonos límpida mirada para descubrir lo bueno, lo bello, lo que recrea y construye Paz!
¡Bendícenos, Santa entre las Santas, con los dones que desbordan tu riqueza personal, creada amorosamente por la indivisa y omnipotente Trinidad!
¡Quédate, Madre y Maestra, somos niñas que aún balbucean, ignoran y no aprenden las lecciones sencillas de la santidad!
¡Comparte y aplica, Divina enfermera, los auxilios eficaces y oportunos para vivir sana y felizmente nuestro humano peregrinar!
¡Acoge, Señora y Reina, el cariño de tus Siervas que hoy, como cada año, celebran y agradecen su nacimiento bajo tu amparo y gracias a la audacia, fe y tenaz confianza de tu Hija, nuestra amada Madre Soledad!
Siervas de María de toda la geografía universal: ¡Santo, exultante y fraternal día – aniversario congregacional!