Eleva su vuelo, María, cual ágil y blanca paloma. Rasgando los cielos, su manto azul se abre para cubrirte y engalanar tu belleza delicada y suave. El aire te envuelve y las nubes rodean tu cuerpo frágil, por el amor transfigurado. El Padre y el soplo del Espíritu, te devuelven al Hijo Amado, en abrazo tierno y amado.
Los coros de los Ángeles sus arpas tocan, las vírgenes cantan alabanzas y gloria, todos los santos proclaman tu victoria. Y tus Siervas, Madre, rinden homenaje a su Reina y Señora. No olvides, María, a los que entre luces y sombras, en este valle gemimos, convierte esas lágrimas en lluvia purificadora.
¡Gloria a Ti, María! Gloria Madre, por tu victoria! Gloria Reina y Señora! De tus Siervas sé siempre Maestra, Faro resplandeciente, Puente y Camino para la humanidad doliente que en esta tierra peregrina hacia la morada gloriosa donde Tú ya habitas y aguardas gloriosa.