Aprovechando la oportunidad de celebrar este año jubilar en el 50 Aniversario de la Canonización de nuestra Madre Fundadora, queremos compartir con quienes la conozcan o no, estos nueve días de reflexión, conocimiento y gratitud a su persona, a su figura de mujer íntegra, de santa forjada en el taller de la humildad y de la caridad. Esas dos virtudes que vivió heroicamente con elegante sencillez, al calor de la generosidad y la alegría, porque su único anhelo era la gloria de Dios, el alivio de la humanidad en dolor y en soledad, la paz y unidad de sus Hijas, llamadas a ser «auténtica familia humana y evangélica», «apóstoles en la asistencia del enfermo» sin distinción de ningún tipo, sólo con el DNI del sufrimiento.
Bendita Madre Soledad que llegaste hasta nosotras, en este siglo XXI, donde un nuevo cólera, llamada COVID 19, arrasa una sociedad que creía poder todo, saber todo y vencer todo. Ruega, suplica a nuestra Madre de la Salud, que sea Ella la gran enfermera, doctora, que sostenga al personal sanitario y de seguridad de manera muy especial, en su agotado servicio y entrega esmerada e incondicional.